Nunca creí desearte tanto.
Me gustaste en el libro
de Eduardo Galeano*,
En el abrazo de la
palmadita de mi madre,
En el calor de los brazos
de mi esposo,
En la fe de los abrazos
de mi hijo,
En el agradecimiento de
vernos de mi familia,
En la distancia y el
tiempo interminable de mis primos hermanos,
En la sonrisa de los
amigos,
En el calor carente de
algunos agradecidos de mi abrazo.
Te extrañé, y hablo en
pasado, para que no te hacer eterna tu falta.
Extraño un abrazo.
Aprendí del abrazo de oso
en Claudia,
De los abrazos de
Psicoballet y Biodanza,
Hasta en los abrazos
extraños que suenan a tintineos del corazón.
Nunca te di más
importancia de ese tiempo de abrazo.
Los disfruto, vivo, gozo.
Ahora se hacen
diferenciados,
Debemos esperar a que se
laven,
O lavarnos antes.
Hoy son con desconfianza
del que vendrá.
Este tiempo Covid 19 te
ha hecho sospechoso y distinto.
Hay, incluso abrazos que
no se declaran,
Solo los declara la Covid
19.
12 abrazos al día
llegaron a ser el tope de la felicidad,
Hoy quiero muchos,
Necesito muchos que me
mimen,
Que lleguen,
Que sean grupales,
Eternos.
Por si acaso,
Llegan a ser hasta
preventivos,
Por si no volvemos a
abrazar al abrazado o a la abrazada.
Yo no sé, quiero uno
ahora mismo.
Ya, existimos necesarios,
fuertes, íntimos, perennes.
Yirian García de la
Torre. La Habana, 13 de diciembre de 2021.
* El libro de los abrazos. Eduardo Galeano.
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