lunes, 20 de mayo de 2013

Cuento corto de Gabriel García Márquez


Un científico, que vivía preocupado con los problemas del  mundo, estaba resuelto a encontrar los medios para aminorarlos.
 

Pasaba días en su laboratorio en busca de respuestas para sus dudas.
 

Cierto día, su hijo de 7 años invadió su santuario decidido a ayudarlo a trabajar.

El científico, nervioso por la interrupción, le pidió al niño que fuese a jugar a otro lado.
 

Viendo que era imposible sacarlo, el padre pensó en algo que pudiese darle con el objetivo de distraer su atención.

De repente se encontró con una revista, en donde había un mapa con el mundo, justo lo que precisaba.

Con unas tijeras recortó el mapa en varios pedazos y junto con un rollo de cinta se lo entregó a su hijo diciendo: "como te gustan los rompecabezas, te voy a dar el mundo todo roto para que  lo repares sin ayuda de nadie".

Entonces calculó que al pequeño le llevaría 10 días componer el mapa, pero no fue así.

Pasadas algunas horas, escuchó la voz del niño que lo llamaba calmadamente.

"Papá, papá, ya hice todo, conseguí terminarlo".

  Al principio el padre no creyó en el niño!

Pensó que sería imposible que, a su edad hubiera conseguido recomponer un mapa que jamás había visto antes. Desconfiado, el científico levantó la vista de sus anotaciones con la certeza de que vería el trabajo digno de un niño.

Para su sorpresa, el mapa estaba completo.

Todos los pedazos habían sido colocados en sus debidos lugares.

¿Cómo era posible? ¿Cómo el niño había sido capaz?

  De esta manera, el padre preguntó con asombro a su hijo:

Hijito, tú no sabías cómo era el mundo, ¿cómo lo lograste?

Papá, respondió el niño; yo no sabía como era el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la revista para recortarlo, vi que del otro lado estaba la figura de un hombre.

Así que di vuelta los recortes y comencé a recomponer al hombre, que sí sabía como era.
 

*"Cuando conseguí arreglar al hombre, di vuelta a la hoja y vi que había arreglado al mundo".*

      
“Hay algo muy sutil y muy hondo en volverse a mirar el camino andado…”
Dulce María Loynaz

Saramago


            ¿Que cuántos años tengo?
            - ¡Qué importa eso !
            ¡Tengo la edad que quiero y siento!
            La edad en que puedo gritar sin miedo lo que      pienso.
            Hacer lo que deseo, sin miedo al fracaso o lo desconocido...
            Pues tengo la experiencia de los años vividos
            y la fuerza de la convicción de mis deseos.

            ¡Qué importa cuántos años tengo!

            ¡No quiero pensar en ello!
            Pues unos dicen que ya soy viejo
            otros "que estoy en el apogeo".
            Pero no es la edad que tengo, ni lo que la gente dice,
            sino lo que mi corazón siente y mi cerebro dicte.
            

            Tengo los años necesarios para gritar lo que pienso,
            para hacer lo que quiero, para reconocer yerros viejos,
            rectificar caminos y atesorar éxitos.
        
            Ahora no tienen por qué decir:

            ¡Estás muy joven, no lo lograrás!...
            ¡Estás muy viejo/a, ya no podrás!...
            Tengo la edad en que las cosas se miran con más calma,
            pero con el interés de seguir creciendo.

            Tengo los años en que los sueños,
            se empiezan a acariciar con los dedos,
            las ilusiones se convierten en esperanza.

            Tengo los años en que el amor,
            a veces es una loca llamarada,
            ansiosa de consumirse en el fuego de una pasión deseada.
            y otras... es un remanso de paz, como el atardecer en la playa..

            ¿Qué cuántos años tengo?
            No necesito marcarlos con un número,
            pues mis anhelos alcanzados,
            mis triunfos obtenidos,
            las lágrimas que por el camino derramé al ver mis ilusiones truncadas...
            ¡Valen mucho más que eso!
            ¡Qué importa si cumplo cincuenta, sesenta o más!

            Pues lo que importa: ¡es la edad que siento!
            Tengo los años que necesito para vivir libre y sin miedos.

            Para seguir sin temor por el sendero,

            pues llevo conmigo la experiencia adquirida
            y la fuerza de mis anhelos

            ¿Qué cuántos años tengo?

            ¡Eso!... ¿A quién le importa?

            Tengo los años necesarios para perder ya el miedo
            y hacer lo que quiero y siento!!.
            Qué importa cuántos años tengo.
            o cuántos espero, si con los años que tengo,
            ¡¡aprendí a querer lo necesario y a tomar, sólo lo bueno!!

domingo, 5 de mayo de 2013

¿Por qué persiste el cáncer en aparecer, en ser parte de mi entorno? ¿Por qué se aferra la muerte tan temprano?
“No digáis que agotado su tesoro
 De asuntos falta, enmudeció la lira.
Podrá no haber poetas; pero siempre
¡Habrá poesía!”


Gustavo Adolfo Bécquer
Mientras las guerras persisten y las armas se toman, no esperes, lucha.
Hay muchas razones para creer que estás ahí